The sounds of the Missionary Forest

FSC / Emilio White
red yellow and black winged bird perched on branch
FSC / Emilio White
Octubre 23, 2023
Categoría : Cuentos

La provincia de Misiones, ubicada al noreste de Argentina, es una zona privilegiada por la naturaleza. Aquí se encuentra la selva misionera o paranaense que forma parte de la ecorregión denominada “Bosque Atlántico”, la cual se extiende desde la Serra do Mar (Brasil) hasta el Este (Paraguay).

La ecorregión está caracterizada por tener una gran variedad de árboles, plantas y orquídeas, las cuales han prosperado a lo largo de los siglos. Las lluvias son constantes todo el año, lo que ayuda a mantener la humedad, así como los diversos ríos y arroyos que atraviesan el bosque de tierra colorada y antigua. Estas condiciones también han sido favorables para el desarrollo de la fauna silvestre, que hizo de esta selva su hogar.

La fuerte presión ejercida sobre sus recursos naturales llevó a la devastación de más del 90 por ciento del Bosque Atlántico que era de 1,5 millones de km2. Argentina, el país con menor representación original de esta ecorregión, es el que ahora posee proporcionalmente la mayor superficie. Esta se desarrolla exclusivamente en la provincia de Misiones, la cual cuenta con casi el 50 por ciento de la superficie original que existía antes de la colonización.

Actualmente los bosques de misiones continúan amenazados por similares motivos a los del pasado, entre ellos el desmonte para el avance de la agricultura, la extracción ilegal e indiscriminada de madera y la cacería, todo lo cual afecta considerablemente el delicado balance del ecosistema, poniendo en grave riesgo este no contar con esos recursos en el futuro.

shot of trees in Argentinian jungle
FSC / Emilio White

Los bosques de Arauco

Arauco es la principal empresa forestal de la provincia de Misiones. Cuentan con más de 218,000 hectáreas certificadas por el Forest Stewardship Council (FSC) desde el año 2015. Éstas están divididas en iguales proporciones entre bosque nativo (conformada por grandes bloques de conservación y áreas de conectividad) y productivo (plantaciones forestales de pino y eucalipto), las cuales son gestionadas de acuerdo con el estándar de manejo forestal del FSC.

“Las áreas de conservación de Arauco están integradas al patrimonio o al paisaje. Ese es el concepto que nosotros tenemos en cuanto al manejo forestal. Los lagos y las plantaciones forestales se encuentran interconectadas y separadas a su vez por fajas de bosque nativo utilizadas por la fauna entre un bloque y otro. Nosotros coordinamos todas las actividades de investigación y de monitoreo de flora y fauna y estudiamos permanentemente el impacto de las operaciones en el resto de las áreas de conservación”, nos señala Pablo Cortez, Jefe del Área de Medioambiente y Comunidades de Arauco.

“La contribución a la conservación de la biodiversidad de las empresas certificadas es muy significativa porque permite la existencia de áreas naturales en muy buen estado de conservación. En el caso particular de Arauco, ellos conservan casi la mitad de su patrimonio en la provincia de Misiones, ayudando a mantener los bosques nativos para las futuras generaciones”, comenta Esteban Carabelli, Director de FSC Argentina.

little angry monkey in a tree
FSC / Emilio White

La ubicación estratégica de las áreas de bosque nativo de Arauco en el norte de la provincia de Misiones contribuye a la conservación de grandes mamíferos y otras especies de importancia. Un caso particular es el de la reserva San Jorge, (16.500 hectáreas que guardan selva paranaense con altos grados de conservación y biodiversidad que se encuentra entre el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Urugua-í, ensanchando y enriqueciendo así un corredor de biodiversidad muy importante para especies con alta demanda de territorio y una de las áreas de conservación más importantes de la Argentina.

“La certificación de manejo forestal FSC nos permite demostrar que los bosques bien manejados son aliados de la conservación y a su vez sostener indicadores en distintos ámbitos como el económico, social y ambiental, llevando toda la operación a los más altos estándares”, añadió Pablo Cortez.

Madera rosada y escaleras de mono

Tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano el esfuerzo de Arauco para contribuir a la preservación de la biodiversidad en la Reserva San Jorge. Lo primero que nos llamó mucho la atención fue un árbol majestuoso que destacaba entre los demás por su altura y hermosa copa. Al pie de este encontramos una rama que había caído por efectos naturales, y su madera era de color rosado intenso, casi como si se tratara de un filete fresco de salmón.

“Este es un palo rosa o perobá rosa, (Aspidosperma polyneuron), declarado monumento natural de la provincia de Misiones, está prohibida su extracción y comercialización. Los ejemplares llegan a los 30-40 metros de altura y 1,60 metros de diámetro, hay algunos árboles de más de 400 años, nos comenta Emilio White, fotógrafo profesional que ha recorrido esta selva como ningún otro.

aerial shot of a peroba rosa tree in Argentina forest
FSC / Emilio White

Alrededor del palo rosa también encontramos varias palmeras que eran nada menos que los famosos palmitos (Euterpe edulis) otra especie endémica. Parecía una familia, el árbol grande (palo rosa) y unos pequeños que lo acompañaban. Del cogollo o capitel del tallo superior del palmito, es utilizado para la preparación de platos culinarios, lo que ha llevado a una sobrexplotación en la región.

El palmito es una especie que alcanza los 18 metros de altura y fructifica entre mayo y septiembre, justo cuando otros escasean, convirtiéndose en una fuente de alimento vital para la fauna de la zona. Cada ejemplar puede llegar a producir entre 1,500 y 4,800 frutos anualmente, lo que atrae a muchas aves como el loro maitaca (Pionus maximiliani), la yacutinga (Pipile jacutinga), asarí chico (Seledidera maculirostris) y mamíferos, así como a sus depredadores.

Entre la densa vegetación del bosque nos llamó la atención unas lianas sumamente anchas y no muy gruesas que conectaban algunos árboles como sinuosas carreteras aéreas. Se trataba de las llamadas “escaleras de mono” (Bauhinia sp.). En este caso se trataba de un isipó que se afirmó en el suelo hace cientos de años y luego fue ascendiendo lentamente hasta dominar al tronco que le permitió ascender en búsqueda de mayor luz solar.

Al observar detenidamente el suelo era evidente que varios animales habían venido a alimentarse. Encontramos huellas de pecaríes (Tayassu tajacu) y coatís (Nasua nasua) así como sus excreciones, las cuales contribuyen a distribuir las semillas del palmito. Y, cuando estábamos a punto de retomar nuestro recorrido, escuchamos que las ramas de los árboles contiguos se movían fuertemente. Una tropa de monos capuchinos (Cebus apella) arribó para comer. Fue todo un espectáculo verlos balancearse hasta llegar a los frutos y luego continuar su camino.

Aves danzantes y casas de hechiceros

Mientras más nos adentrábamos en la selva misionera, mayor era nuestro asombro por su biodiversidad. Nos encontramos con unos enormes árboles cuyo tronco era hueco, como si un ejército de termitas lo hubieran carcomido. Tal era su tamaño, que daba la impresión de ser la casa de un hechicero o un portal mágico hacia otra dimensión. Uno de ellos tenía rastros de ser utilizado como guarida por un animal terrestre.

Unos metros más adelante Emilio nos hace detener de pronto “Hay unos bailarines azules (Chiroxiphia caudata) en esa rama”, nos dice en voz baja. Y así, sin planearlo, fuimos testigos de una maravilla de la naturaleza: la danza de cortejo de estas aves endémicas del bosque atlántico.

Los bailarines (machos), con su plumaje de colores azul, negro y rojo, nos demostraron toda su agilidad, ritmo y talento, mientras danzaban y batían sus alas para impresionar a una hembra de su especie (plumaje verde). Asimismo, en otro momento vimos al bailarín naranja (Pipra fasciicauda). Los cálidos colores de su plumaje son un destello hermoso para los ojos. Al igual que los bailarines azules, éstos también son hábiles artistas de la danza, siempre con fines amorosos.

black and blue bird with little red cap perches on branch
FSC / Emilio White

También nos topamos con unos helechos que se elevaban varios metros sobre el suelo. Se trataba de los helechos arborescentes (Cyathea atrovirens) que parecían parte de la escenografía de una película de dinosaurios. Llegan a medir hasta 5 metros de altura y su tronco de 15 centímetros está cubierto de espinas como mecanismo de defensa. Sus hojas bipinadas y triangulares alcanzan los 2 metros de longitud.

Cuando nos habíamos adentrado bastante más en el bosque, tuvimos la oportunidad de observar y escuchar el trinar de otras especies de aves como al chiripepé cabeza verde (Pyrrhura frontalis), al tucán grande (Ramphastos toco), la pava yacupo-í (Penelope superciliaris), así como al picaflor crestudo (Stephanoxis lalandi) y al tucán de pico verde (Ramphastos dicolorus), éstas últimas endémicas de la región. Un lugar de ensueño para cualquier ornitólogo.  

“Actualmente, cualquier colaborador de la compañía puede ingresar el reporte de la especie que vio, así como la hora y el lugar exacto. Esa información se suma a la base de datos donde tenemos registrados los monitoreos propios y los investigadores que trabajan en nuestros bosques”, señala Pablo Cortez.

Finalmente, oímos como unos silbidos desde lo profundo de la selva. Emilio White nos advirtió que se trataba del canto del Yasiyateré Chico (Dromococcyx pavoninus) un ave que está íntimamente relacionada con la mitología guaraní. Cuenta la leyenda que existe un duende del mismo nombre que atrae a los niños durante la hora de la siesta, que es el momento en que sus padres están descansando y ellos se escapan a jugar al monte. El duende usa su silbato, que emite un sonido muy parecido al de esta especie de ave para llevarlos cada vez más lejos hasta que se extravían en el bosque.

El rugido del yaguareté

El jaguar, conocido localmente como yaguareté, es el mayor felino del continente americano; desplazado en la mayor parte de la Argentina, todavía está presente en el norte de la provincia de Misiones. La principal amenaza contra ellos es la desaparición de su hábitat y la caza furtiva. Sin embargo, en los bosques de conservación de Arauco certificados por FSC, han encontrado un área donde se encuentran protegidos, lo que ha contribuido a que la especie prospere.

Esta mejora ha sido registrada por los especialistas del Proyecto Yaguareté, quienes vienen estudiando el estado de la población de la especie en Misiones desde hace veinte años. “Diversas zonas de los bosques de Arauco están ubicados en sitios estratégicos. Eso contribuye a que mantengan una población de jaguares bastante significativa para la conservación de la especie. Es uno de los pocos lugares donde ya sabemos que se ha ido recuperando”, comenta Agustín Paviolo, Coordinador del proyecto Yaguareté.

jaguar caught on a camera trap in midnight forest in Argentina
FSC / Emilio White

“Los monitoreos de fauna demuestran que las poblaciones vienen incrementándose. En el caso del yaguareté, se creía que había 30 individuos en toda la provincia a comienzos del año 2000 y hoy se estima que estamos en torno a 100 ejemplares”, añade Pablo Cortez. Cabe destacar que la empresa apoya el trabajo del proyecto Yaguareté y utiliza la información científica recabada en las actividades de manejo forestal que realiza.

Alrededor del mediodía, en uno los recorridos, divisamos una percha multicolor a un costado del camino. Las mariposas nos estaban indicando que había una excreta fresca de la que se estaban alimentando para subsistir. Al analizarla con mayor detalle, correspondía a un jaguar. Decidimos continuar sin hacer mucho ruido y, a unos 100 metros hallamos unos fragmentos de hueso que el animal no había podido digerir y prefirió eliminarlo como hacen los gatos con las bolas de pelusa.

Y, al darnos vuelta, vimos las marcas de las garras del jaguar en un tronco seco que daba paso a un corredor de fauna silvestre. Era como si un afilador de navajas hubiese estado probando el filo de las cuchillas en reiteradas ocasiones. Algunos surcos eran profundos, otros un poco más superficiales, pero todos realizados con firmeza. El yaguareté macho había marcado su territorio, quería que todos supieran que se encontraba por ahí, al acecho, esperando que baje el sol para cazar.

Cuando empezaba a descender la temperatura y seguíamos transitando por la reserva, nos sorprendió un rugido ronco a pocos metros de nosotros. “Ese es un yaguareté”, nos dijo Emilio sorprendido. “Está muy, muy cerca, escondido entre la vegetación”, añadieron los guardaparques de Arauco que nos acompañaban. Nos quedamos todos en silencio, aguardando… y lo volvimos a oír, pero ahora un poco más lejos. Al parecer, esta vez prefirió seguir otro camino y no transitar por el nuestro.

Ya a nuestra salida del bosque, imaginando que habíamos visto todas sus maravillas, tuvimos que frenar la camioneta para apreciar las huellas frescas de un jaguar hembra y sus crías, las cuales quedaron registradas en el barro del camino entre los árboles. Sin lugar a duda, un cierre con broche de oro para esta visita a la selva misionera una confirmación de que el manejo responsable de los bosques bajo los estándares del FSC contribuye a la conservación de la biodiversidad.